LA MONARQUÍA DE LOS AUSTRIAS: CARLOS I
“Mucho más grave fue que en toda Castilla la autoridad real se impusiera con tal vigor que las Cortes y los municipios no pudieron oponerse eficazmente a las crecientes peticiones de hombres y dinero. Estas consecuencias derivaban en parte del fracaso del movimiento comunero y en parte de la decisión de Felipe II de instalarse de modo permanente en el corazón de Castilla. Puede hablarse de un imperialismo español, o más bien castellano, pero muy distinto a cuantos antes y después conoció la Historia; no sirvió para enriquecer a la metrópoli con los despojos de la victoria, sino para arruinarla, porque en realidad el Imperio no pertenecía a Castilla sino a la Casa de Austria, que se servía de Castilla como instrumento. Decir que Milán o los Países Bajos fueron españoles porque de ordinario sus gobernadores, muchos de los soldados y la mayor parte del dinero con que eran defendidos provenían de España, es una manera inexacta de ver las cosas.”
A. Domínguez Ortiz. El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias, 1981.
Peticiones de los comuneros a Carlos I
“La primera, que nadie pueda suceder al trono si no es nacido en Castilla. (...) Que el Rey no pueda poner Corregidores en ningún lugar. Que los maestrazgos y encomiendas de las Ordenes Militares sólo se puedan dar a gentes nacidas en Castilla al igual que los oficiales de la Casa Real. Que el Rey no pueda sacar ni dar licencia para que se saque moneda ninguna del reino, ni pasta de oro ni de plata. Que el Rey no pueda dar licencia para que se saque pan ni carne fuera del Reino sin el permiso de las Cortes y en caso de sacarse, lo que se pague de ellos que no pueda ser tomado por el Rey. Que el Rey quite todos los oficios, beneficios, dignidades y encomiendas a las personas que no son nacidas y bautizadas en el reino. Que cuando el Rey quisiese hacer guerra llame a Cortes a los procuradores y diga la causa que ellos vean si es justa o injusta... ?”
LA MONARQUÍA DE LOS AUSTRIAS: FELIPE II
Problemas económicos. La necesidad de reformar la economía.
“La orden que da Luis de Ortiz, Contador de Castilla, de S. M. y vecino de la ciudad de Burgos, para que no salgan dineros de estos Reinos de España antes de otros vengan a ellos y para que bajen las cosas de los excesivos precios en que al presente están y para asegurar y allanar el mar Mediterráneo y para desempeñar a S. M., como está ofrecido, de más de la cual se conseguirán otros grandes efectos es la siguiente:
Entendido está que de una arroba de lana que a los extranjeros cuesta quince reales hacen obraje de tapicería y otros paños y cosas labradas fuera de España, de que vuelven dello mismo a ella valor de más de quince ducados y por el semejante de la seda cruda en madeja de los ducados que le cuesta una libra, hacen rasos de Florencia y terciopelos de Génova, telas de Milán y otras de que sacan aprovechamiento de más de veinte ducados, y en el fierro y acero de la que les cuesta un ducado hacen frenos, tenazuelas, martillos, espadas, dagas y otras armas y cosas de poco valor de que sacan más de veinte ducados ya veces más de ciento y ha venido la cosa a tanta rotura que aun la vena de que se hace el fierro llevan a Francia y allá vienen de poco acá herrerías nuevas, todo en daño no sólo de nuestras honras, pues nos tratan peor que a los bárbaros, más aún de nuestras haciendas pues con estas industrias nos llevan el dinero y la misma orden se tiene en la grana y, en la cochinilla y en la demás que en España se cría y viene de Indias... y el remedio para esto es vedar que no salgan del Reino mercaderías por labrar ni entren en él mercaderías labradas.
Lo primero que se deroguen las leyes del Reino por las cuales están los oficiales mecánicos anichilados y despreciados y se promulguen y hagan otras en favor dellos dándoles honras y oficios como se hacen en Flandes y en los otros Reinos.”
Memorial del contador Luis de Ortiz a Felipe II, Valladolid, 1558.
Carta de Felipe II. Las dificultades financieras
“En lo que toca a la provisión de dinero que es menester para los gastos de allá y de acá […] la neçesidad que de él hay es mayor y crece cada día […] y así le ruego quan encarecidamente puedo que, sin mirar a las consideraciones que se suelen tener quando otras veces se platica de dinero, sino como en cosa que me importa la honra y la vida […] provea que, de cualquier manera que sea, se aya y junte la mayor suma de dineros que se pueda, aunque sea vendiendo vasallos jurisdicciones.”
Las consecuencias económicas de la política imperial
“Por el año 1540 escribía Carlos V a su hermano Fernando: Solo me pueden sostener mis reinos de España. Así pues, la contribución financiera de España (es decir, esencialmente, Castilla) fue adquiriendo una importancia cada vez mayor en relación con los Países bajos […] la costosísima política extranjera de Carlos V y su dependencia del crédito para financiarla entrañó, pues, desastrosas consecuencias para Castilla. Los recursos del emperador fueron hipotecados para un número indefinido de años para cubrir gastos que, en gran parte, se producían fuera de España […]. De hecho, durante el reinado de Carlos V se desarrollaron tres peligrosos procesos que habían de tener una importancia incalculable durante los siglos XVI y XVII en España. En primer lugar, se estableció el dominio de los banqueros extranjeros sobre las fuentes de riqueza del país. En segundo, quedó determinado que Castilla llevaría el peso principal de la carga tributaria de España. Por último, casi todo el peso fiscal recayó sobre las espaldas de aquellas clases que menos capacitadas estaban para soportarlo.”
J. Elliot, La España imperial, 1469-1716, 1965
La política exterior
El Marqués de Santa Cruz justifica la necesidad del ataque a Inglaterra (1586)
“Muchos días ha que la grandeza de Vuestra Majestad da esperanzas de la jornada de Inglaterra, así por ser aquel reino fuera de la obediencia de la Iglesia, y ser V. M. de ella, como por el favor y ayuda que la reina ha dado a los rebeldes de los estados de Flandes contra V. M., […]
La reina no hallándose con las fuerzas convenientes para la defensa de su reino, considerando la libertad de conciencia que tiene conforme a la religión que profesa, y lo mucho que le importa a V. M. meter la guerra en su casa, hizo la resolución que se ha visto enviando armadas y otros muchos navíos sueltos a hacer guerra, correría y robos en los mares, islas y Indias de V. M.;[…] y no solamente se ha contentado la reina con este modo de proceder; pero ha metido gente contra V. M. en la Zelanda y Holanda.
Con que cuando no haga más efecto que alargar a V. M. la guerra de Flandes, en que consume tanto dinero y gente, no es de poca importancia poner a v. M. en este aprieto en tiempo que el turco está ocupado en otras cosas y los franceses imposibilitados y embarazados como V. M. sabe. Pues esta era ocasión en que V. M. podía volver las armas contra aquel reino, y pasada esta coyuntura pueden suceder los negocios de manera que lo aseguren, y quedará aquel reino con riqueza, quietud y reputación.” (Marqués de Santa Cruz a Felipe II, 1586)
Andanzas de un soldado en El Quijote (cap. XXXIX)
“Embarquéme en Alicante, llegué con próspero viaje a Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y algunas galas de soldado de donde quise ir a sentar mi plaza al Piamonte; y estando ya de camino para Alejandría de la Palla, tuve nuevas de que el Gran Duque de Alba pasaba a Flandes. Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que hizo […] y a cabo de algún tiempo que llegué a Flandes, se tuvo nueva de la liga que la santidad del papa Pío V, de felice recordación, había hecho con Venecia y España contra el enemigo común, que es el Turco; el cal en aquel mismo tiempo había ganado con su armada la famosa isla de Chipre, que estaba debajo del dominio veneciano.”